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El Pan Eucarístico


 

El Pan Eucarístico 

Queridos hermanos: 

Siempre que puedo tengo la costumbre de visitar a los hermanos católicos en sus casas.

Y un día, por equivocación, entré en una casa donde estaba reunido un grupito de hermanos evangélicos.

Se asombraron muchísimo cuando de repente vieron en medio de ellos al cura de la Iglesia Católica.

Les expliqué que estaba invitando a los católicos para leer juntos la Palabra de Dios y luego participar en «la Fracción del Pan» o Santa Misa.

Inmediatamente un hermano evangélico me replicó: «¡La Palabra de Dios es el único Pan de vida!» (para hacerme entender que ellos no necesitan el Pan sagrado de la Misa).

Felicito sinceramente a nuestros hermanos evangélicos por el gran amor que tienen a la Palabra de Dios como Pan de vida.

Pero me sorprende que ellos con tanta facilidad rechacen el Pan Eucarístico o Santa Misa.

Este hecho me hizo pensar mucho, y luego tomé la decisión de escribir esta carta a mis hermanos católicos para explicarles que no estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa, y para recordar que la Misa no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo.

El Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico.

En el Evangelio de San Juan, Jesús hace una reflexión muy profunda acerca de este tema.

Jesús proclama que «El es el verdadero Pan que ha bajado del cielo» (Jn. 6, 33-35), y el Señor nos da dos razones para explicarnos por qué El es el Pan de vida:

- Primero: Jesús es «el Pan de vida», por su Palabra que abre la vida eterna a los que creen (Jn. 6, 26-51).

Es decir, Jesús es «el Pan de la Palabra» que hay que creer.

- Segundo: Jesús es «Pan de Vida» por su carne y su sangre que se nos dan como verdadera comida y bebida (Jn. 6, 51-58).

Con estas últimas palabras, Jesús anuncia la Eucaristía que El va a instituir durante la Ultima Cena: «Tomad y comed, esto es mi Cuerpo» (Lc. 22,19).

«Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él» (Jn. 6, 55-56).

Está claro entonces que no debemos quedarnos solamente con «el Pan de la Palabra».

Jesús nos invita también a «comer realmente su Cuerpo» como «el Pan Eucarístico».

Ahora bien, nuestros hermanos evangélicos piensan que el Pan Eucarístico es solamente un símbolo de Jesucristo y niegan la presencia real de Cristo en la Cena del Señor.

La frase: «Esto es mi cuerpo», para ellos es sólo una expresión figurada.

Es más, las Biblias de los Testigos de Jehová dicen que Jesús en la Ultima Cena no dijo: «Esto es mi cuerpo», sino: «Esto significa mi cuerpo» (Lc. 22,19), y con esto acaban con la presencia real de Cristo en el Pan Sagrado o en la Santa Hostia.

(Cualquiera que sepa traducir bien el idioma griego en que fue escrito el Evangelio de Lucas, sabe muy bien que la palabra usada por la Biblia en griego es «estin» que significa en castellano «es», y que esta palabra en ningún caso se puede traducir por «significa», como hacen los Testigos de Jehová.

El fundador de los Testigos de Jehová, sin haber hecho estudios de la Biblia con maestros entendidos, se dedicó a traducir la Biblia a su antojo y por eso le hace decir cosas absolutamente inexactas.

Jesús nos invita a comer su Cuerpo y a beber su Sangre

1. El discurso de Jesús sobre «su Cuerpo, Pan de vida» (Jn. 6,51-58) lo pronunció después de la multiplicación de los panes y, en esta oportunidad, por primera vez, el Señor habló acerca de la Eucaristía: «El pan que Yo daré es mi Carne, y la daré para vida del mundo» (Jn. 6, 51).

Cuando Jesús dijo estas palabras, muchos de sus discípulos lo abandonaron, diciendo que ese modo de hablar era intolerable (Jn. 6, 59-66).

Pero Jesús no dijo que estaba hablando en sentido figurado. Jesús insistió: «En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen verdadera vida». (Jn. 6,53).

Es más, a los Doce apóstoles Jesús les preguntó: «¿También ustedes quieren dejarme?» (Jn. 6, 67).

De ninguna manera Jesús habló aquí en sentido simbólico o figurado: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el último día» (Jn. 6,54).

2. La Ultima Cena del Señor: En el Nuevo Testamento encontramos hasta cuatro testimonios distintos acerca de la Ultima Cena del Señor: Mateo, Marcos, Lucas y Pablo.

Esto quiere decir que la Ultima Cena fue un hecho de suma importancia en la vida de Jesús y en la vida de la primitiva Iglesia.

La noche antes de morir, Jesús invitó a sus apóstoles a celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena solemne.

Esta comida era para los judíos «la gran acción de gracias» a Dios.

Y el Señor Jesús aprovechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.

Leemos en el Evangelio de San Lucas: «Después, Jesús tomó el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio diciendo: 'Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes.

Hagan esto en memoria mía'.

Después de la cena hizo lo mismo con la copa.

Dijo: 'Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes'» (Lc. 22, 19-20).

3. La Ultima Cena del Señor tiene muchos significados.

Solamente queremos aquí indicar algunos aspectos importantes en relación con nuestro tema:

- Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias» a Dios.

La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19; 1 Cor.11,24) recuerda las bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la santificación.

La Iglesia prefiere la palabra «Eucaristía» para indicar la Cena del Señor.

- Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el pan: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo», no estaba hablando en forma simbólica.

Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los signos del pan y del vino.

Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo sentido.

Jesús dijo claramente: «Esto es mi cuerpo». Jesús indicó un realismo incomparable y no un simple simbolismo.

Esto sucedió en la primera Eucaristía o Santa Misa.

- Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de recordar y revivir estos gestos sagrados: «Hagan esto en memoria mía» (Lc. 22,19).

Fiel a este mandato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima Cena.

Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo.

-Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el alimento eucarís-tico, escribe en términos muy claros: «El cáliz que bendecimos,

¿no es acaso la comunión de la Sangre de Cristo?

Y el Pan que partimos,

¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?» (1Cor. 10,16).

Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorificado.

Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus reuniones: «Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga.

Por tanto si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa.

De otra manera come y bebe su propia condenación al no distinguir el cuerpo de Cristo.

Esta es la razón por la cual se ven tantos enfermos entre ustedes» (1Cor. 11, 26-30).

Consideraciones finales

Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico.

Muchos se preguntan: «¿Cómo puede ser eso?... ¿No es demasiado para nuestra inteligencia humana aceptar todo esto?...»

Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía.

Solamente con los ojos de la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan Sagrado.

La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: «Jesús está aquí sentado a la mesa al lado mío».

No debemos olvidar que el Cuerpo de Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y en el vino.

Es una presencia real.

No una presencia material de Cristo, sino una presencia terrenal de su cuerpo celestial.

En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con Cristo glorificado y resucitado.

Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual.

En la Cena del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino.

Pero, por estos signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.

La Comunión Eucarística es el cuerpo y el corazón de la vida de la Iglesia, la cual es ante todo comunión.

Es el lugar en que los hombres experimentan, ya en la tierra, la unión entre ellos y Cristo.

Queridos hermanos, estas son las razones por las que nosotros los católicos, conforme al mandato del Señor: «Hagan esto en memoria mía», celebramos la Eucaristía Domingo tras Domingo, y creemos con toda firmeza que Cristo glorificado está realmente presente en el pan y en el vino consagrados.

No es ningún invento de los curas, como piensan algunos hermanos evangélicos, sino que ésta es una enseñanza bíblica, creída plenamente por todos los verdaderos cristianos desde el principio de nuestra santa religión hasta el día de hoy.

Los distintos nombres para indicar la Santa Misa:

1. Eucaristía: porque es «acción de gracias» a Dios.

La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19 y 1 Cor. 11,24) recuerda las bendiciones judías que proclaman, sobre todo durante la comida, las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.

2. Cena del Señor o Banquete del Señor: porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión (1Cor. 11, 20).

3. Fracción del Pan: porque el gesto de partir el pan y repartirlo lo utilizó Jesús cuando bendijo y distribuyó el pan en la Ultima Cena (Mt. 26, 26; 1 Cor. 11, 24; Hech. 2, 42 y Hech. 20, 7-11).

4. Comunión: porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo Cuerpo (común-unión) (1 Cor. 10, 16-17).

5. Santo Sacrificio: porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia.

Así también se llama «Sacrificio de Alabanza» (Heb. 13, 15), sacrificio espiritual (1 Ped. 2,5).

6. Santa Misa: porque la liturgia en la que se realiza el misterio de nuestra salvación se termina con el envío de los fieles (envío=missio en latín) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.

Antes del Padecimiento

En la noche de la Cena

El Señor con gracia plena

Instituyó el Sacramento.

Su Cuerpo y Sangre sustento

eran para el pecador

por eso el Supremo Autor

en la Mesa del altar

nos dio este rico manjar

que es la fineza mayor.

Cuestionario:

¿Es Jesús el Pan de Vida?

¿Cómo interpretan los evangélicos el texto de Lc. 22, 19?

¿Cómo lo interpretamos los católicos?

¿Nos invita Jesús a comer su Cuerpo?

¿Cuándo nos mandó Jesús comer el Pan de Vida?

¿Cómo presentan la Cena los tres sinópticos?

¿Hablaba Jesús en forma real o simbólica sobre su presencia en la Eucaristía?

¿Qué dice Pablo en lo referente a la Comunión?

¿Está Cristo en medio de nosotros?

 

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EL PROFETA ISAIAS


 EL PROFETA ISAIAS 

No todos los profetas nos han dejado sus visiones en forma de escritos.

De Elías y Elíseo, por ejemplo, sólo sabemos lo que nos narran los libros históricos del Antiguo Testamento, principalmente los libros de los Reyes.

Entre los vates cuyos escritos poseemos es sin duda el mayor Isaías, hijo de Amos, de la tierra de Judá, quien fue llamado al duro cargo de profeta en el año 738 a. C, y cuya muerte ocurrió probablemente bajo el rey Manasés (693-639).

Según una antigua tradición judía, murió aserrado por la mitad a manos de los verdugos de este impío rey.

En 442 d. C. sus restos fueron transportados a Constantinopla.

La Iglesia celebra su memoria el 6 de julio.

Isaías es el primero de los profetas del Antiguo Testamento, desde luego por lo acabado de su lenguaje, que representa el siglo de oro de la literatura hebrea, mas sobre todo por la importancia de los vaticinios que se refieren al pueblo de Israel, los pueblos paganos y los tiempos mesiánicos y escatológicos.

Ningún otro profeta vio con tanta claridad al futuro Redentor, y nadie, como él, recibió tantas ilustraciones acerca de la salud mesiánica, de manera que San Jerónimo no vacila, en llamarlo “el Evangelista entre los profetas”.





Se distinguen en el libro de Isaías un Prólogo (capítulo 1) y dos partes principales.

La primera (capítulos 2-35) es una colección de profecías, exhortaciones y amonestaciones, que tienen como punto de partida el peligro asirio, y contiene vaticinios sobre Judá e Israel (2, 1 - 12, 6), oráculos contra las naciones paganas (13, 1 - 23, 18); profecías escatológicas (24, 1 - 27, 13); amenazas contra la falsa seguridad (28, 1-33, 24), y la promesa de la salvación de Israel (34, 1 - 35, 10).

Entre las profecías descuellan las consignadas en los capítulos 7-12.

Fueron pronunciadas en tiempo de Acaz y tienen por tema la Encarnación del Hijo de Dios, por lo cual son también llamadas “El Libro de Emmanuel”.

Entre la primera y segunda parte media un trozo de cuatro capítulos (36-39) que forma algo así como un bosquejo histórico.

El capítulo 40 da comienzo a la parte segunda del Libro (capítulos 40-66), que trae veintisiete discursos cuyo fin inmediato es consolar con las promesas divinas a los que iban a ser desterrados a Babilonia, como expresa el Eclesiástico (48, 27 s.).

Fuera de eso, su objeto principal es anunciar el misterio de la Redención y de la salud mesiánica, a la cual precede la Pasión del “Siervo de Dios”, que se describe proféticamente con la más sorprendente claridad.

No es de extrañar que la crítica racionalista haya atacado la autenticidad de esta segunda parte, atribuyéndola a otro autor posterior al cautiverio babilónico.

Contra tal teoría que se apoya casi exclusivamente en criterios internos y lingüísticos, se levanta no sólo la tradición judía, cuyo primer testigo es Jesús, hijo de Sirac (Eclesiastés 48, 25 ss.),

sino también toda la tradición cristiana.

Para la interpretación de Isaías hay que tener presente lo dicho en la Introducción general.


Anuncio del nacimiento de Jesús


 

Anuncio del nacimiento de Jesús

LUCAS 1: 26. Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

27. a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María.

28. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: 'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

40. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

41. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo

42. y exclamó en alta voz: '¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!'

43. ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?

44. Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas.

COMENTARIO:EL ANGEL GABRIEL LE DICE ALEGRATE, LLENA DE GRACIA EL SEÑOR ESTA CONTIGO, ESO NO ES SER SANTA?

DECIR QUE NO ES YA SERIA UNA NECEDAD DE LOS PROTESTANTES, HASTA UNA DESHONESTIDAD INTELECTUAL, PORQUE UNA MUJER QUE ESTA LLENA DE GRACIA  ES PORQUE ELLA SI ES SANTA.

CUANDO LLEGA LA VIRGEN A CASA DE ISABEL E´STA SE LLENA DE DEL ESPIRITU SANTOY EXCLAMA EN ALTA VOZ, BENDITA TU ENTRE LAS MUJERES Y BENDITO ES EL FRUTIO DE TU VIENTRE.

CONCLUSION: MARIA SI ES SANTA

 

 

EL PADRE QUE FRACASÓ

EL PADRE QUE FRACASÓ

El Padre de un pequeño pueblo llegó a la iglesia animado y motivado para realizar otra misa vespertina.

 

La hora pasaba y el pueblo no llegaba. Después de 15 minutos de retraso, entraron tres niños, después de 20 minutos entraron dos jóvenes.

Así que el sacerdote decidió comenzar la misa con los cinco hermanos.
En el transcurso de la misa, entró una pareja que se sentó en los últimos bancos de la iglesia.

Cuando el sacerdote hacía Homilía, entró otro señor, medio sucio, con una cuerda en la mano.

Decepcionado y sin entender por qué la débil participación de los fieles, el sacerdote condujo la misa animada y predicó con dedicación y celo.

Cuando volvía a la casa fue asaltado y golpeado por dos ladrones que llevaron su carpeta donde estaban su Biblia y otras pertenencias de valor.

Llegando a la casa parroquial, haciendo los vendajes de las heridas, describió ese día como:

1) el día más triste de tu vida,
2) el día más fracasado de su ministerio,
3) el día más infructífero de tu carrera.

Después de cinco años, el sacerdote decidió compartir esta historia con la iglesia.

 

Cuando terminaba de contar la historia, una pareja de gran destacada en esa parroquia lo detuvo y dijo:
- Padre, la pareja de la historia que se sentó en el fondo éramos nosotros.

Estábamos al borde de la separación en función de varios problemas y desacuerdos que había en nuestro hogar.

 

Esa noche decidimos finalmente nuestro divorcio, pero primero decidimos venir a la iglesia para dejar nuestras alianzas y luego cada uno seguiría su camino.

 

Mientras tanto, dejamos la separación después de escuchar su homilía esa misma noche.

 

Como consecuencia, hoy estamos aquí con el hogar y la familia restaurados.

Mientras la pareja hablaba, uno de los empresarios más exitosos que ayudaba en el sustento de esa iglesia saludaba, pidiendo hablar y al darle la oportunidad dijo:

- Padre, soy el señor que entró medio sucio con una cuerda en la mano.

- Yo estaba al borde de la quiebra, perdido en las drogas, mi esposa y mis hijos se habían ido de casa por cuenta de mis agresiones.

 

Esa noche traté de suicidarme, pero la cuerda se rompió.

Así que decidí comprar otra Cuando me puse en camino a comprar otra cuerda,

 

vi la iglesia abierta, decidí entrar realmente sucio con la cuerda en la mano.

Esa noche, su homilía perforó mi corazón y salí de aquí con ánimo de vivir.

 

Hoy estoy libre de las drogas, mi familia volvió a casa y me convertí en el mayor empresario del pueblo.

En la puerta de la entrada de la sacristía, el Diácono gritó:

Padre, fui uno de esos ladrones que lo robaron.

 

El otro murió esa misma noche cuando realizábamos el segundo robo.

En su maletín, había una Biblia.

 

La leí cada vez que me despertaba por la mañana.

 

Después de tanto leer, decidí participar en esta iglesia.

El Padre se quedó en shock y empezó a llorar junto con los fieles.

Después de todo, esa noche que consideraba como una noche de fracaso fue una noche muy productiva.

MORALEJA DE LA HISTORIA

1-Ejerza su llamado (trabajo / misión) con dedicación y celo independiente del número de participantes.

2-Dale lo mejor todos los días, porque cada día eres un instrumento del bien para la vida de alguien.

3-En los peores días de tu vida todavía puedes ser bendición en la vida de alguien.

4-El día que consideras como el día más infructífero de tu vida en la tierra, en realidad es el día más productivo en el mundo espiritual.

5-Dios usa las malas circunstancias de la vida para producir grandes victorias.

6-Nunca digas: “Hoy Dios no hizo nada", solo por el hecho de que tus ojos nada ven. 

 

 

EUCARISTÍA = MISA = FRACCIÓN DEL PAN = MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR.


 

EUCARISTÍA = MISA = FRACCIÓN DEL PAN = MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR.

La Iglesia Católica es la única denominación cristiana que es fiel al Sacramento de la Comunión o Eucaristía (Misa), celebrando la Fracción del Pan como Memorial de la Cena del Señor.

Es además la única que nunca ha visto el Memorial de la Cena del Señor como un símbolo. (Lc 22:7-20; Mt 26:17-29; Mc 14:12-25; Jn 6:47-63; 1 Cor 10:14-22; 1 Cor 11:17-33).

Hay que partir del concepto de que EUCARISTÍA = MISA = FRACCIÓN DEL PAN = MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR, o sea son lo mismo nombrado de diferentes maneras, pero con igual SIGNIFICADO para el Cristiano Católico.

En las Sagradas Escrituras encontramos a Jesús en la Ultima Cena con sus Apóstoles, en vísperas de la Pascua (Lucas 22:7-10; Mateo 26:17-18; Marcos 14:12-15), instituyendo ese hermoso MEMORIAL que los Cristianos Católicos conocemos como EUCARISTÍA = MISA = FRACCIÓN DEL PAN = MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR (Mateo 26:26-29; Lucas 22:14-20; Marcos 14:22-25), llevado a su máxima expresión en cada Misa que a diario se celebra en todos los templos católicos del mundo.

En estos pasajes bíblicos el Señor dice claramente: ESTO ES MI CUERPO (refiriéndose al pan fraccionado) y ESTA ES MI SANGRE (refiriéndose al vino del cáliz), con lo cual el Señor en ningún momento dice que el Pan y el Vino SIMBILOZAN su Cuerpo y su Sangre, SINO QUE EL PAN ES SU CUERPO Y EL VINO ES SU SANGRE LITERALMENTE y con esto se confirma la PRESENCIA REAL DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO en el Pan y el Vino que los Cristianos Católicos compartimos en Misas y Celebraciones Eucarísticas.

En Juan 6:47-63 Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que ÉL ES EL PAN DE VIDA ETERNA cuando dice: YO SOY EL PAN DE VIDA (Juan 6:48) y lo reafirma usando el mismo término cuando dice: YO SOY EL PAN VIVO BAJADO DEL CIELO… (Juan 6:51), en ambos versículos el Señor dice que el ES, (Compare con los pasajes bíblicos donde Jesús habla sobre su Cuerpo referido al Pan y su Sangre referida al Vino en Mateo 26:26-29; Lucas 22:14-20; Marcos 14:22-25), donde en todos los casos usa el verbo SER, pronunciado con toda SEGURIDAD Y AUTORIDAD. Una vez que el Señor AFIRMA y REAFIRMA que Él ES EL PAN DE VIDA, en el Pasaje de Juan 6, el Señor continúa diciendo: QUIEN NO COMA DE ESE PAN NO TENDRÁ VIDA ETERNA (Juan 6:51, 53-58).

Esta enseñanza de Jesús, mal interpretada por muchos que le rodeaban, hizo pensar que el Señor plantea que había que comer su carne LITERLAMENTE HABLANDO, pero solo los necios de corazón no comprenden que el Señor EN TODO MOMENTO HABLÓ DEL PAN DE VIDA, ese mismo PAN QUE ÉL INSTITUYÓ COMO SU CUERPO EN EL MEMORIAL DE SU CENA SANTA PASCUAL donde REAFRIMÓ que el PAN ES SU CUERPO (CARNE) Y EL VINO ES SU SANGRE (Mateo 26:26-29; Lucas 22:14-20; Marcos 14:22-25). Luego llegamos al versículo de Juan 6:63, donde Jesús dice que sus palabras son ESPÍRITU Y VIDA, desechando lo carnal, lo mundano, desechando ese pan común semejante al maná que comieron sus antepasados, porque ese pan solo calma el hambre por unas horas, pero el PAN QUE ES EL CUERPO DEL SEÑOR ES VIDA ETERNA y en la COMUNIÓN CON LA IGLESIA Y EL ESPÍRITU SANTO QUE LA GUÍA, es que sus enseñanzas son palabras de ESPÍRITU Y VIDA.

La interpretación de Juan 6:63 nunca podría llevarnos a una idea de SIMBOLIZMO en las enseñanzas del Señor, ni a interpretaciones PURAMENTE ESPIRITUALES pues esto sería CONTRARIO A LO QUE EL MAESTRO NOS ENSEÑO E INSTITUYÓ EN LA ULTIMA CENA (compare Juan 6:47-63 con Mateo 26:26-29; Lucas 22:14-20; Marcos 14:22-25).

Esto último fue confirmado por la Iglesia Cristiana en el siglo I y ha trascendido hasta nuestros días gracias a la Iglesia Católica.

En los inicios de la Iglesia Cristiana, los Apóstoles líderes y la comunidad cristiana se reunían diariamente para la Fracción del Pan (Hch 2:42, 46; Hch 20:7,11; Hch 27:35).

Lo más importante a notar es que desde los comienzos de la Iglesia Cristiana, los fieles NUNCA vieron el MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR como algo SIMBÓLICO, sino que en cumplimiento del mandato de Jesús.

¨Hagan esto en memoria mía¨ (Lc 22:19), se reunían a CELEBRAR LA EUCARISTÍA en las asambleas diarias.

Desde los mismos inicios los Apóstoles enseñaron que la Fracción del Pan no era Simbólica sino que es la ENSEÑANZA DE JESÚS DE CELEBRAR SU MEMORIAL TODOS LOS DÍAS HASTA SU SEGUNDA VENIDA (1 Corintios 11:17-33).

San Pablo les advierte a los fieles sobre el respeto a esta Celebración de la Cena del Señor (1 Corintios 10:21-22; 11:17-22) y les enseña SU SIGNIFICADO REAL (1 Corintios 11:23-25), tal cual lo hiciera Jesús en la Cena Pascual, confirmando el Apóstol la PRESENCIA REAL DE JESÚS EN LA CELEBRACIÓN DE LA FRACCIÓN DEL PAN (compare 1 Cor 11:17-22 con Mateo 26:26-29; Lucas 22:14-20; Marcos 14:22-25): San Pablo también enseña a sus fieles a esperarse unos a otros para PARTICIPAR EN LA CENA DEL SEÑOR (MEMORIAL) (1 Corintios 11:33-34), lo cual es evidencia de que LOS CRISTIANOS DE LA IGLESIA DEL SIGLO I SE REUNÍAN A CELEBRAR EL MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR, afirmando que cada vez que se reúnen en esta celebración de la Gloria Eucarística del Señor, anuncian su Muerte hasta que vuelva en su Segunda Venida Definitiva (1 Corintios 11:26), siendo fieles a las enseñanzas del Señor ¨Hagan esto en memoria mía¨ (Lucas 22:19).

Dios les bendiga grandemente.

 

CONOCE A LA SIEMPRE VIRGEN MARÍA BÍBLICA, LA PRIMERA CRISTIANA, LA LLENA DE GRACIA Y MADRE DE DIOS

  CONOCE A LA SIEMPRE VIRGEN MARÍA BÍBLICA, LA PRIMERA CRISTIANA, LA LLENA DE GRACIA Y MADRE DE DIOS ESTO LE DESAGRADA TERRIBLEMENTE AL DE...